PRÁCTICA PROFESIONAL AGRONÓMICA
“Seguimiento de cultivo de trigo (Triticum aestivum L.) y de carinata (Brassica carinata) durante la campaña 2022”
Alumna: Luna María Florencia.
Tutor Interno: Pietrobón Marianela.
Tutor Externo: Rosetti Lucía.
La producción de cultivos de granos ha formado parte del desarrollo económico y cultural a lo largo de la humanidad y aún sigue siendo la fuente de alimentos más importante del mundo, tanto para el consumo humano, como para insumos de la producción animal. Por lo tanto, los cultivos agrícolas juegan un papel clave en el abastecimiento de los suministros
mundiales de alimentos (FAO, 2018).
Una de las problemáticas principales de la agricultura actual es el monocultivo en los sistemas productivos, el cual genera un impacto negativo en las propiedades físicas y químicas del suelo, reduciendo su capacidad productiva. Una herramienta que permite mitigar estos efectos adversos es la inclusión de cultivos invernales dentro de las rotaciones agrícolas, lo cual
no sólo asegura la viabilidad de los sistemas agrícolas de la región (Manso y Forjan, 2015), sino que, además, permite su diversificación.
Las gramíneas invernales, como el trigo, adquieren fundamental relevancia debido a las numerosas ventajas que aportan al sistema suelo. A través de su sistema radicular fibroso y la exploración radical profunda que ayudan a romper los bloques masivos, contrarrestando los efectos negativos de la compactación y favoreciendo la formación de agregados y macroporos
(Imvinkelried et al., 2019), lo que contribuye a la mejora significativa en las propiedades físicas y biológicas del suelo incrementando las actividades biológicas del suelo a través del aumento de galería y macroporos, que permiten una mejor circulación del aire y del agua. Siendo un factor clave en la sustentabilidad de los sistemas productivos.
Por otra parte, contribuye a mejorar las propiedades químicas del suelo al favorecer un mejor balance de carbono, tanto por su calidad de rastrojos como por su cantidad como por su capacidad para proporcionar una mayor cobertura del suelo (Serri et al, 2018). Asimismo, el aporte de rastrojo de lenta descomposición otorga beneficios al suelo como el balance de la
materia orgánica, mejora las condiciones de la dinámica de agua, ayuda en el control de malezas y aminora los problemas de erosión (Imvinkelried et al., 2019). Además, la siembra de trigo incrementa la intensidad de la rotación dado que habitualmente precede a la soja. Es por esto que, incluirlo dentro de los planteos productivo, es una opción muy interesante para lograr mayor sustentabilidad en los sistemas productivos (Studdert & Echeverria, 2000), teniendo en cuenta que adicionalmente brinda a la empresa un ingreso financiero a la salida de la primavera (Brach y Zuil, 2018).
El trigo es actualmente el cultivo más sembrado a nivel mundial, seguido por el maíz y el arroz (FAOSTAT, 2021). Según las estimaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), la campaña de trigo 2022/23 habría dejado una producción récord de 789,5 Mtn (Bolsa de Comercio de Rosario, 2023).