En 2006, la comuna de Humboldt sancionó una ordenanza que impuso restricciones claras al uso de productos fitosanitarios. La limitación total a cualquier tipo de aplicación hasta los 200 metros desde la última calle (no de edificación). A partir de allí hasta los 500 metros, sólo se pueden aplicar productos de banda verde o azul (están prohibidos los de banda amarilla o roja).


Desde entonces, el tema se fue manejando en base a una relación de confianza con los pocos productores que seguían trabajando dicha área, aunque a todas luces, faltaba definir una mayor estrategia de control.


Para Duilio Rohrmann, presidente de la comuna, “hasta hace un año atrás veníamos trabajando con una situación de confianza con los productores y agro aplicadores, pero surgió la necesidad de ir más allá de esa confianza para garantizarle al vecino que las BPA se hacían y que había alguien que las controlaba”, confiesa el titular del distrito, y que en base a su vasta experiencia en el tambo, conoce el tema como pocos.


“Por eso resolvimos contratar a un profesional que actúe como veedor de dichas aplicaciones en el periurbano y -sobre todo- en las áreas circundantes de las escuelas rurales”, agrega.
Humboldt tiene unos 5.500 habitantes, de los cuales 500 residen en la zona rural, con un área tambera que se va reduciendo, “una cuestión que parece no tener fin pero es una realidad a la que hay que adaptarse”. Por eso mismo, Rohrmann argumenta que los productores no dejan de tener sus campos, aunque se orientan hacia otro tipo de explotación, y en el periurbano todavía persisten unos 6 productores que hacen uso del suelo con agricultura, ganadería y tambo. Y 5 escuelas rurales alrededor, aunque allí sólo se permite aplicar los fines de semana.

El uso de mangas

 

Previamente marcaron con mangas de viento esos 200 metros de límite, para que también sirvan de control, tanto para el agro aplicador (para ver de qué lado venía el viento y su eventual deriva) como para los vecinos, que a partir de contar con este simple dispositivo tienen un contacto visual inmediato. “Con esa manga se puede ver si alguien hace algo que no corresponde, enseguida queda en evidencia y ese trabajo se interrumpe”, manifiesta.


El trabajo se inició con el asesoramiento de la UNL y en reuniones con los vecinos les expuseron esta metodología de control, lo que llevó mucha tranquilidad. “La producción trabaja y la comunidad urbana está tranquila. Lo han tomado muy bien, nos fuimos conociendo entre todos”, afirma.

 

Gerardo Lauxmann es un productor cuyo campo quedó dentro de la prohibición. En principio reconoce que la exclusión del 10 % de su área lo obligó a buscar alternativas. “Estamos trabajando bien con la Ingeniera: ella viene, nos controla, es muy puntual, y si hay viento no se aplica. Se pusieron mangas para medir el viento, y para que los mismos vecinos también lo monitoreen y puedan hacer el descargo que quieran, pero eso no pasó porque se está trabajando bien. Ahora tengo que buscar alternativas para esas hectáreas que quedan improductivas. Estamos viendo con AFA e INTA diversas opciones, todas tienen su costo, pero lo más cercano sería implantar nogales, que si bien llevan años, habría que probar”.


En el mismo sentido, Raúl Kroling (también productor), enfatizó que esto “nos genera seguridad, y permite trabajar en forma más ordenada. Tal vez algunos ya lo venían haciendo, pero esto permite que todos tomen conciencia de la importancia de trabajar correctamente”, afirmó.

 

El toque de la mujer

 

En este nuevo esquema, el rol de veedor es fundamental. Y la Ing. Agr. Anabela Rosset (que ya era la encargada del Plan de BPA en el departamento) fue asignada también desde noviembre del año pasado a la comuna. “El plan de trabajo comenzó con una reunión con los productores del periurbano de la localidad”, recordó, y detalló la metodología: 48 antes de una aplicación el productor presenta una receta firmada por un Agrónomo, ella supervisa que los productos sean de banda verde o azul, se ponen en contacto, y arreglan día y hora para llevar adelante la aplicación. En ese momento se monitorea si las condiciones ambientales lo permiten, sobre todo la humedad y el viento. “Labramos un acta donde figuran los productos, las condiciones ambientales, la matrícula del equipo. Una copia queda en la comuna, otra al productor, y toda esa información queda a disposición de los vecinos”.


Rosset describe que son menos de 10 productores, “que lo tomaron muy bien, para demostrar al pueblo que ellos están haciendo las cosas bien, y el pueblo está contento, siente que alguien está haciendo las cosas para cuidar su salud y el Medio Ambiente”, destacó.

 

Apoyo y logística

 

El Ing. Agr. Guillermo Gianinetto trabaja en AFA (la Cooperativa local), y remarcó a Campolitoral que son un eslabón importante del trabajo, en tanto Cooperativa proveedora de servicios, de acopio de granos, de venta de insumos agropecuarios, y de asesoramiento técnico a los productores. “Estamos dentro de esta cadena de trabajo, porque vendemos los fitosanitarios (permitidos por SENASA), y que están guardados en un depósito con los requisitos del Ministerio de la Producción, con las habilitaciones de rigor. Estamos atentos a todo esto porque somos una parte importante de la cadena. Cada venta va con una receta de venta y de aplicación, esto exige la ley 11.273. La figura del veedor es muy importante, y permitió una mejor organización”, aseguró.

 

Algoritmos

 

Para avanzar en este plan de control fue necesario un trabajo previo que permitiera diagramar la logística. Según Susana Grosso (docente e investigadora de la FCA - UNL, la problemática de los periurbanos y el uso de los fitosanitarios surgió como iniciativa de trabajo de la Comisión para el Desarrollo Tecnológico del Dpto. Las Colonias (CoDeTeA), en de 2014. “A partir de ahí se conformó un equipo con gente de INTA, UNER y UNR. Diseñamos un proyecto con el objetivo de la gestión de las comunas locales en relación a la ley de fitosanitarios y para empezar a trabajar en las prácticas agroproductivas de menor impacto ambiental, pensando en la transición agroecológica”, recuerda. “Luego del diagnóstico, vimos que la provincia estaba diseñando el Plan de BPA, entonces nos juntamos con el equipo del Ministerio de la Producción para implementar un algoritmo de gestión de fitosanitarios (AlGeFit), que será una herramienta central de intervención dentro del plan de BPA conjuntamente con las otras herramientas desarrolladas”. Este algoritmo permite hacer un diagnóstico de cómo un comuna está gestionando el tema, y brinda una hoja de ruta con una línea de acción. Tiene 20 problemas divididos en “gestión alta, media, baja o no se gestiona”, y allí se analizan ítems como tránsito de maquinarias, recetas agronómicas, el rol del veedor, intoxicaciones, protocolos para actuar frente a la emergencia, etc.

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