TESINA

“Efecto del tratamiento con sales de selenio sobre el desarrollo de alfalfa (Medicago sativa l.) Bajo anegamiento”

Alumno: Cucit, Walter Gastón
Director: Dr. Muñoz, Fernando
Co-director: Ing. Agr. Camussi, Germán

JUSTIFICACIÓN Y ANTECEDENTES

La alfalfa (Medicago sativa L.) pertenece a la familia de las leguminosas y es conocida desde la antigüedad como la reina de las plantas forrajeras en Argentina. Esto es debido a que fue la ganadería intensiva la que ha favorecido la demandada en forma regular de dicha pastura, principalmente para la producción de carne y leche, por ser la base alimenticia
pastoril. La misma puede suministrarse a corral, por ejemplo mediante su inclusión en la dieta de manera henificada, o en los sistemas pastoriles; en donde se la utiliza en estado fresco como pastoreo directo debido a que es muy apetecible y digestible por animales rumiantes y no rumiantes (Basigalup et al., 2007, Juscafresa, 1985). Su utilización en muchos sistemas de producción se debe a distintas características como su calidad nutritiva, la producción de forraje, el hábito de crecimiento y la capacidad de fijación simbiótica de nitrógeno atmosférico. Además, entre las utilidades mencionadas anteriormente, se destaca por tener la capacidad de aportar elementos de interés como limitador y reductor de la erosión de suelos, y de enfermedades de los cultivos que le siguen en la rotación (Espinoza and Ramos, 2001).

La alfalfa es una planta perenne, vivaz y de porte erecto, que posee la capacidad de producir forraje desde primavera hasta el otoño, ralentizando su producción de biomasa en invierno por las temperaturas bajas. Estas características permiten realizar cosechas repetidas a lo largo del año y así la tasa de regeneración de la biomasa entre cosechas es útil para determinar su producción estacional. La velocidad con que se restablece la parte aérea está determinada por las reservas de carbohidratos almacenados en la raíz y corona, factor que da la frecuencia de corte, y por lo tanto, el momento de su aprovechamiento. El rebrote está constituido por un conjunto de distintas partes de la planta y tejidos que difieren en madurez según el momento, la estación del año y las condiciones ambientales. Con el avance de la madurez del canopeo, aumenta la biomasa aérea con un incremento en la lignificación de tallos y una disminución en la relación hoja-tallo (Teixeira et al., 2007, Nescier et al., 2004).

La alfalfa cuenta con una raíz principal pivotante, robusta y muy desarrollada. La misma puede alcanzar entre 2 a 5 metros de longitud, en 2 a 4 años de vida, siempre que no existan impedimentos en el perfil del suelo. Este gran desarrollo radical le permite extraer el agua de capas freáticas profundas, lo que le confiere cierta tolerancia a las épocas de sequía
prolongada (Basigalup et al., 2007). La raíz es capaz de aprovechar altos contenidos de nitrógeno, como alternativa a los fertilizantes químicos, ya que cuenta al igual que otras leguminosas como el trébol y el lotus, con la habilidad de formar una relación simbiótica entre la raíz y los rizobios, formando así nódulos. Estos nódulos le permiten a la planta crecer
en terrenos deficientes en nitrógeno o calcáreos, con la capacidad para colonizar éstos ecosistemas naturales, evitando la erosión, y participando en la recuperación de suelos marginales; mejorando de esta manera la fertilidad del suelo al incorporar el nitrógeno fijado desde la atmosfera a la materia orgánica (Vance, 1998).
Los tallos son de consistencia maciza, aunque pueden encontrarse tallos huecos, estos son delgados y erectos para soportar el peso de las hojas y de las inflorescencias, las cuales emergen de los nudos que se encuentran en la parte herbácea de los mismos. El número de tallos depende de la edad y vigor de la planta, pudiendo llegar hasta 20. Debido al grado de reposo invernal, existen diferentes hábitos de crecimiento; encontrándose además alfalfa sin reposo, la cual presenta tallos de porte erecto, en tanto que la de reposo intermedio o marcado posee porte semirrecto o semirrastrero, respectivamente (Basigalup et al., 2007).

Además del crecimiento primario, posee un crecimiento secundario, que da origen a un eje leñoso o porción perenne que forma parte de la corona. Por lo tanto, a medida que el desarrollo de la planta continúa, el conjunto de la parte basal de tallos nuevos, viejos y la raíz, forman la estructura de la corona. Ésta es una estructura morfológica compleja característica
de las plantas de alfalfa, como así también de otras especies leguminosas trifoliadas (Tueber and Brick, 1988). Constituye la zona terminal de la parte superior de la raíz principal; de la cual emergen los brotes que dan lugar a los tallos. Su función es la de emitir nuevas yemas y actuar como fuente de almacenamiento de sustancias de reservas (carbohidratos) para que la planta pueda generar nuevos brotes después del corte (Basigalup et al., 2007). En este sentido, el ciclo acumulación/utilización de las sustancias de reservas es fundamental para la vida de la planta y está condicionado por las prácticas de manejo del cultivo.

Las primeras hojas son unifoliadas y de forma orbicular. En cambio, cuando la planta ya está desarrollada son trifoliares; compuestas de tres foliolos unidos al tallo a través del peciolo. El borde de los foliolos es dentado usualmente sólo en el tercio superior, aunque puede extenderse hasta la mitad superior o incluso el tercio inferior.

Las flores de la alfalfa se desarrollan cuando el ápice del tallo pasa del estado de crecimiento vegetativo al reproductivo. La flor característica de esta familia es de la subfamilia Papilionoidea. Morfológicamente éstas son completas y su color puede ser púrpura, con extremos que van desde el violeta claro al morado oscuro, aunque también pueden encontrase flores blancas, azuladas o amarillas (Pozo, 1977).

Por otro lado, el fruto es una legumbre o vaina indehiscente, monocarpelar, sin espinas que contiene entre dos a seis semillas amarillentas, arriñonadas, de 1,5 a 2,5 mm de longitud, las cuales están alineadas…

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