PRÁCTICA PROFESIONAL AGRONÓMICA

“Seguimiento de implantación y manejo de alfalfa en un sistema lechero de la localidad de Villa Trinidad, Provincia de Santa Fe.”

Alumno: Borgonovo, Juan Pablo
Tutor Interno: Ing. Agr. Delbino, Fernando
Tutor Externo: Ing. Agr. Borgonovo, Carlos

JUSTIFICACIÓN DEL TRABAJO
En los sistemas lecheros, al igual que en el resto de los sistemas productivos, la rentabilidad de la empresa está íntimamente relacionada a la eficiencia en el manejo de los recursos disponibles. (Basigalup, 2007)

Si bien en los sistemas de producción de leche existen numerosos factores que deben ser controlados tales como reproducción, genética, sanidad, cría, recría; la producción de forraje y el manejo de la alimentación son de fundamental importancia por su impacto directo en los costos de producción y sobre dos de las variables que determinan la productividad del sistema, como son la carga animal y producción individual. (Basigalup, 2007)

En referencia a los recursos forrajeros, éstos muestran una marcada estacionalidad en su crecimiento, con contrastes importantes entre los períodos de mayor y menor crecimiento. Esto es consecuencia de las variaciones climáticas a lo largo del año y de la respuesta diferencial de las pasturas a los factores ambientales que controlan su crecimiento: temperatura, radiación, disponibilidad de humedad y nutrientes. (Basigalup, 2007)

Alfalfa (Medicago sativa)

La alfalfa es una de las principales especies forrajeras a nivel mundial, debido a su alta calidad nutritiva, rendimiento, resistencia a sequía, buena adaptación a diversas condiciones edafoclimáticas.

Por otro lado, su capacidad para la fijación del nitrógeno atmosférico a través de la simbiosis con Sinorhizobium meliloti, la convierten además, en un importante componente de la sustentabilidad de los sistemas productivos.

Actualmente es la principal especie forrajera y la base de la producción de carne y leche en la Región Pampeana. La difusión del cultivo se debe a sus altos rendimientos de materia seca, su excelente calidad forrajera y su gran adaptabilidad a diversas condiciones ambientales (suelo, clima) y de manejo. Debe sumarse su alta digestibilidad, hábito de crecimiento, perennidad, plasticidad, así como también su alta concentración de proteína, vitaminas A, E y K o sus precursores, y de la mayoría de los minerales requeridos por el ganado productor de leche y carne, en especial calcio, potasio, magnesio y fosforo.

Todos estos atributos mencionados la convierten en una especie esencial para muchos sistemas de producción agropecuaria, desde los intensivos a corral que la incluyen en la dieta animal como forraje cosechado y procesado, es decir, como reserva forrajera, hasta los pastoriles, que la utilizan en pastoreo directo. (Cattani, 2019)

Suelo, agua y nutrientes

En el país, el cultivo de alfalfa se realiza mayoritariamente bajo condiciones de secano, pudiendo producir entre 8 y 22 t MS/ha/año, dependiendo de la disponibilidad hídrica, radiación y temperatura, entre otros factores. (Basigalup, 2007)

Para lograr una alta producción de forraje, la alfalfa requiere suelos profundos (>1,2 m), bien aireados, de reacción más bien neutra (pH 6,5 a 7,5) y buena fertilidad. A medida que las condiciones reales se alejen de este marco ideal, el cultivo disminuye su rendimiento y su persistencia. La profundidad del suelo permite que la planta desarrolle su extenso sistema
radicular pivotante, capaz de extraer agua y nutrientes de un gran volumen de suelo. (Basigalup, 2007)

En relación a los requerimientos nutricionales, éstos varían según el nivel de producción y el manejo al que es sometido el cultivo. Bajo cualquier sistema de aprovechamiento, hay una demanda continua de nutrientes durante todo el ciclo de producción, pero la intensidad de esa demanda cambia en función de las condiciones ambientales y el estado de desarrollo de la planta.

La necesidad también varía con las épocas del año, siendo mayor en los picos de producción primavero – estivales.

Del total de nutrientes consumidos por la alfalfa, el N (Nitrógeno), P (Fósforo) y, en menor frecuencia S (Azufre) y B (Boro) son los elementos que usualmente más limitan su producción. Además de éstos, se caracteriza también por presentar altos requerimientos de Ca(Calcio). (Díaz & Gambaudo, 2007)

Las grandes cantidades de N requeridas, son provistas mayoritariamente desde la atmósfera a través de la simbiosis con la bacteria Sinorhizobium meliloti. Dado que el N es el principal constituyente de las proteínas, una adecuada nutrición nitrogenada de la planta contribuye a la expansión foliar, mayor eficiencia en el uso de la radiación y una mejor calidad
del forraje. Por su parte, el fósforo, es determinante para un establecimiento exitoso y buen desarrollo radicular, requiriendo más de 30 ppm en el suelo. En lo que respecta a Ca, Mg y S, éstos son necesarios para un normal crecimiento de la planta de alfalfa; mientras que el K (Potasio) es necesario para la resistencia al frío, sequías y almacenamiento de reservas. En relación a los micronutrientes, la pastura requiere para su crecimiento óptimo B (Boro), Mn (Manganeso), Fe (Hierro), Zn (Zinc), Cu (Cobre) y Mo (Molibdeno). (Díaz & Gambaudo, 2007)

Características de crecimiento

El crecimiento del follaje, luego de su emergencia es lento, sin embargo, la raíz tiene un rápido desarrollo inicial y puede alcanzar una penetración de 25 a 30 centímetros cuando la planta tiene 10 centímetros de altura.

En la parte superior de la raíz, inmediatamente por debajo de la superficie del suelo se desarrolla una estructura denominada corona, en la que se encuentran las yemas que formarán el rebrote basal, emitiendo tallos principales que son responsables, junto a los secundarios, del rebrote de la planta.

Después de cada corte o pastoreo, una vez removida la parte aérea, la planta inicia el nuevo crecimiento desde los rebrotes basales, movilizando las reservas de energía almacenadas en raíz y corona. Este proceso continúa hasta que el nuevo crecimiento alcanza aproximadamente 15 a 20 centímetros, momento en el que se da el mínimo de reservas en las plantas. En este punto el crecimiento vigoroso de los tallos y hojas producen suficiente energía para continuar con el
crecimiento y comenzar nuevamente el almacenaje de reservas. (Vigliano M. (2017)

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